miércoles, 12 de octubre de 2011

ARTÍCULO: "WASSILY KANDINSKY, DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE"

Aparecido en 1911, éste es el primero y el más publicado y traducido de los textos teóricos de Kandinsky, un discurso estético que desembocaría en la práctica de la abstracción no figurativa. En este sentido, el libro se propone esencialmente despertar la capacidad de captar lo espiritual en las cosas materiales y abstractas, capacidad que Kandinsky intuía básica para la pintura del futuro y con posibilidades de hacer realidad innumerables experiencias. Pero no se trata, como podría pensarse, de un libro programático, pues no pretende en absoluto apelar a la razón y al cerebro. Aunque Kandinsky se expresa en un lenguaje de claras resonancias orientales, lleno de analogías, y suele resolver las dificultades de la expresión escrita por medio de asociaciones sensoriales y lingüísticas, el texto ostenta un estilo impecable y ha acabado ejerciendo, gracias a su gran poder comunicativo, una influencia profunda e indiscutible.
Cualquier creación artística es hija de su tiempo y, la mayoría de las veces, madre de nuestros propios sentimientos. Igualmente, cada período cultural produce un arte que le es propio y que no puede repetirse. Pretender revivir principios artísticos del pasado puede dar como resultado, en el mejor de los casos, obras de arte que sean como un niño muerto antes de nacer. Por ejemplo, es totalmente imposible sentir y vivir interiormente como lo hacían los antiguos griegos. Los intentos por reactualizar los principios griegos de la escultura, únicamente darán como fruto formas semejantes a las griegas, pero la obra estará muerta eternamente.
Representada en un gráfico, la vida espiritual sería como  un 

triángulo dividido en tres partes desiguales. La menor y más aguda de ellas señala hacia arriba; a medida que se desciende, cada parte va agrandándose y ensanchándose. Este triángulo tiene un movimiento lento, casi imperceptible, hacia adelante y hacia arriba: en el lugar donde hoy se halla el vértice superior, mañana estará la parte siguiente. De tal manera que lo  hoy es inteligible para el vértice superior, estará mañana cargado también de sentido y razón para la otra parte de la figura. En la cima del vértice hay, muchas veces, sólo un Hombre: el Artista.
El artista no tiene por fin la reproducción de la Naturaleza, aunque ésta sea artística, sino la manifestación de su mundo interior. La necesidad interior es gestada y determinada por tres necesidades místicas:
- El Artista, creador, expresará lo que le es específico.
- El Artista, hijo de su época, expresará lo que es específico de ella.
- El Artista, amanuense del Arte, expresará lo que es específico del Arte en general 







No hay comentarios:

Publicar un comentario